Llega la navidad con su infinito bagaje de FE y esperanza. Es la evocación del nacimiento más esperado, es la alegría de recrear el origen de un tiempo nuevo. El barrio se engalana con arbolitos resplandecientes de multicolores luces, la familia se reúne con sus murmullos de puro cariño y los abuelos sonríen apreciando su sangre fuerte proyectada en los juegos y gritos de sus queridos nietos. Algo mágico sucede siempre en navidad, sólo debemos permitirnos reflejarlo, es el calor del bien supremo que llama a los hombres a su seno.
La mesa navideña queda poblada con los mejores manjares, y un aroma de infancia feliz inunda el hogar.
Un hombre santo sin nombre ni rostro conocido murmura poderosísimas oraciones que llegan a los corazones de enfermos y desvalidos, de menesterosos y abandonados. Un rosario de bendiciones se despliega como en un vigoroso talismán que clama por perdón y unidad. Los malos momentáneamente alejados de su propia alma presienten la bondad que pronto sentirán…Es que JESUCRISTO vive en nosotros aguardando que recibamos nuestra irrenunciable herencia de infinitud. No sólo se trata de creer o no, también se trata de presentir y de soñar, de sospechar la presencia de la inteligencia que motiva el nacimiento de las flores. Nada más conmovedor que esa lágrima sincera que limpia nuestros pecados y acerca al reino de DIOS…Pronto es navidad y con ella viene una nueva oportunidad de redimirnos, de avanzar raudamente en el camino de la comprensión.
El niño que llega en navidad es el señor de tiempo, es nuestra guía infalible por todos los senderos, es la certidumbre más profunda de la hermandad de los hombres. ¡Es navidad! Y nuestro invisible protector nos regala felicidad y nuevas jornadas para vivir. Las campanas suenan y la alabanzas se multiplican en una maravillosa afirmación “DIOS existe y tiene un plan, ese plan es la evolución”…
Máximo Luppino
1 comentario:
Vos siempre cambiando de tema. Te van a dar un patadon.
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